La práctica del pádel se ha disparado en los últimos años y, aunque se trata de un deporte presente en España desde hace poco más de cuarenta años, no es hasta en el 2006 cuando empieza a ser un deporte altamente practicado por los españoles. Un promedio de 2 millones de habitantes practican pádel de manera asidua, y se espera que en los próximos años ese número se duplique, tomando en consideración estas estadísticas.
Uno de los principales motivos es que su práctica no requiere de un entrenamiento fuerte, por lo que es accesible para la mayoría de los deportistas que quieran realizar un deporte en el que no requiera una determinada condición física. Además, sus reglas son bastantes sencillas por lo que su juego es fácil para cualquier principiante. Por otro lado, el pádel es un deporte que se juega por equipos, lo que permite y fomenta la interacción social de los jugadores en un ambiente divertido que incentiva a la sana competencia.
Para el correcto desarrollo de este deporte es necesario que las pistas de juego sean lo más seguras posible. Del mismo modo, es esencial que se utilicen materiales de buena calidad que mejoren el rendimiento y cuiden de la salud de los jugadores. En este sentido en el año 2018, AENOR publicó la norma UNE 147301 de superficies deportivas de hierba artificial para la práctica del pádel. Esta nueva norma se ha elaborado con el fin de servir como documento de referencia para la construcción, inspección y mantenimiento de superficies de hierba artificial destinadas a la práctica del pádel.
La norma contempla diferentes tipos de ensayos, ensayos de laboratorio, ensayos in situ y ensayos de identificación de producto para este tipo de superficies deportivas, de modo que se asegure que las propiedades de rendimiento deportivo evaluadas sobre el producto en laboratorio son reproducibles en la propia instalación e identificadas con las fichas técnicas declaradas por los fabricantes del material.
Los ensayos de laboratorio evalúan la resistencia al arranque de la fibra o filamento o “penacho”; resistencia al envejecimiento artificial; resistencia de las juntas, absorción de impactos; o resistencia a la rotación, entre otros aspectos. En cuanto a los ensayos in situ, se deben llevar a cabo sobre cada uno de los elementos de una pista instalada y son los siguientes: permeabilidad al agua; absorción de impactos; resistencia a la rotación; bote vertical de la pelota; y regularidad de la superficie. Este tipo de evaluación generalmente se lleva a cabo después de la instalación y, posteriormente, una vez cada dos o tres años, dependiendo del nivel de uso y de los reglamentos locales.