Todo ha cambiado en el sector de la cosmética en los últimos años, desde los artículos que se encuentran en los mercados, las materias primas utilizadas en su formulación, los envases, los puntos de venta y, sobre todo, las tendencias.
Las necesidades del consumidor
Cada año surgen nuevas tendencias específicas, establecidas y muy marcadas. Cada grupo social tiene unos referentes y se guían por los denominados “influencers”. Hoy en día, con el auge de las redes sociales, estos efectos se ven multiplicados y viralizados de manera exponencial. Esto supone un reto para el sector ya que muchas veces no se puede satisfacer la inmediatez que demanda el consumidor.
Efectos “flash”, “lifting en 5 minutos”, “efecto inmediato”, etc. Son algunos de los claims más buscados en los últimos meses, junto a aquellos que mantienen que el producto es sostenible, orgánico o biológico.
Esta sinergia es difícil de llevar a cabo debido a que lo sostenible, biológico u orgánico, necesita su tiempo para poder dar un resultado favorable. Del mismo modo que el usuario debe de esperar un tiempo para poder notarse los efectos persistentes en la piel, la naturaleza necesita un tiempo para producir los ingredientes necesarios para los productos orgánicos y eficaces.
En el caso de los productos que aseguran estos efectos en el mercado, del mismo modo que aparecen se van, pues la modificación del órgano más grande del ser humano, la piel, no se puede realizar en unos minutos, si no que necesita de una rutina, una pauta y unos cuidados para que aquellos productos que se aplica el usuario sean eficaces.
La belleza, un placer inagotable
La sociedad actual quiere aumentar su belleza durante el mayor tiempo posible y si no aumentarla, por lo menos, mantenerla. Si no es posible mediante el uso de cosméticos diarios o esporádicos, es cuando acuden a tratamientos más invasivos. Entre ellos se pueden encontrar tratamientos de medicina estética, en los que no se requiere de anestesias como en las cirugías estéticas. Estos tratamientos pueden ser igualmente dolorosos y poco eficaces además de ser más caros que un tratamiento cosmético convencional.
La epidermis suele tardar sobre unos 30 días en regenerarse y las fibras de colágeno y elastina sobre 45 días en sintetizarse, por lo que inyectarlas en el propio cuerpo es una manera invasiva, que en caso de repetición continuada y al tener el cuerpo memoria, se puede ejercer el efecto contrario y que el cuerpo baje su nivel de regeneración y de síntesis, pues se acostumbra a obtenerlo de otra forma.
Por otra parte, con el uso de la cosmética y debido a que no todos los cosméticos penetran en la piel de la misma manera ni a la misma profundidad, este efecto no se llega a dar en todos los productos, si no que aportan una pequeña cantidad de ingredientes o estimulan y ayudan a que las fases de regeneración o síntesis se aceleren. De esta forma la piel no crea dependencia externa.